jueves, 23 de abril de 2020

Reconocerse (Somos transitorios)


No obstante había razones para que sintiera una gran alegría, pero no las conoció hasta después de un tiempo porque arrastrada por la furia no quiso detenerse.
-¿Quién eres?
-Yo
-Sí, pero ¿quién eres?



Pasa el tiempo y aún te recuerdo en ese puente del Morelotes, donde bailaban danzón las personas mayores, mientras nosotros sentados en el piso platicábamos sin palabras.
No te entendía, tenías tu propio lenguaje y esa manera de cuestionar donde ninguna respuesta te dejaba conforme y ahí me hiciste mi esa pregunta “¿Quién eres?”
Con el tiempo comprendí su complejidad.



Hoy no soy la persona a quien cuestionabas, pues contrario a lo creía descubrí que no soy estática, cambio, me moldeo, me renuevo. Descubrí que puedo comportarme de muchas maneras donde el valor o la cobardía pueden influir en mis decisiones y está bien.
Me sentía valiente, digna y llena de las cualidades de las buenas personas, me negaba miedosa, asustadiza o deprimida. Pero soy ambos lados; lo positivo y lo negativo, soy todo dentro de mí. Y no hay nada más empoderador que saber dejar el “deber actuar de tal manera” y comenzar a ser, sin buscar aprobaciones externas.



Aprendí a enfrentar el sentirme insuficiente y a dejar de buscar esas aprobaciones. Aprendí a ser consciente de mí, a reconocer mis sensaciones físicas y a respirar. Acepté el enojo, la tristeza en lugar de rechazarlos y ahora me siento una persona más real pasando del enojo a la tristeza, a la melancolía y a la felicidad porque yo siento. Dejé de engañarme con la búsqueda de la felicidad. Comencé a hablarme en primera persona en lugar de tercera persona. Comencé a hablar.



Con el tiempo los cambios en mí me han ido acercando a ser más yo, a entender mi lugar y mi presente. A ir en busca de mis sueños tomando acciones y cambiar mi mal hábito de dejar pasar el tiempo. Dejé de tenerle miedo a ese primer paso y he vuelto a llenarme la vida de proyectos, he ampliado mis gustos.



Extraño ver estrellas en el cielo, subir árboles, las largas caminatas y nadar en ríos. Hay cosas primitivas que no puedo negar, estar ante la majestuosidad de una montaña en medio del bosque y sentirme pequeña, esas sensaciones de humildad y respeto.



Raíces han comenzado a crecer en mi corazón y en mis pies, parecen indicar que encontré mi hogar. Encontré razones para que la alegría esté presente y quitándole algunas a mis enojos. Porque el de balance se trata de sentir.



Siempre agua, fluir.
Porque esa era su ciudad […] el portal del puerto era un arco abierto en la roca viva tallado por las aguas; donde la luz de las estrellas era clara y brillante.